Se suele describir el paisaje de la meseta castellana aludiendo a lo que no existe. Grandes inmensidades vacías, desprovistas de arbolado, horizontes sin relieve, cielos altos, sin nubes. Todo esto es aplicable a buena parte de la tierra segoviana. Pero en las proximidades de la villa de Sepúlveda un enigma se plantea al viajero: el terreno llano es sobrevolado por grupos de buitres leonados, aves carroñeras que necesitan paredones verticales para instalar sus nidos. La respuesta llega pronto, cuando de repente la línea horizontal desaparece y ante nosotros se abre una profunda zanja, un barranco excavado durante milenios por las aguas del río Duratón.
Los cañones fluviales son muy característicos en Castilla, grandes barrancos excavados por los ríos en terreno calcáreo. Cuando el trazado del río y de las paredes que lo encierran forman meandros estrechos, estos parajes reciben el significativo nombre de "hoces". Por muchas razones, pero sobre todo por la enorme colonia de buitres leonados que albergan, las Hoces del Duratón fueron declaradas Parque Natural.
